La importancia de la literatura infantil en el mundo pudo visualizarse en un hecho reciente. En el acto inaugural de los Juegos Olímpicos 2012 en Londres, J.K. Rowling, autora de Harry Potter leyó fragmentos de Peter Pan. Desfilaron figuras alusivas a personajes salidos de las plumas de autores famosos de la literatura infantil. Si bien Inglaterra es un país con una rica tradición literaria infantil, el hecho nos muestra hasta qué punto, el factor económico producto de las jugosas ganancias que proporciona el género a las editoriales y al Reino, influyeron en esta decisión. Un fenómeno similar ocurre en muchos países.
Sin duda las campañas mundiales de alfabetización y de promoción de la lectura; la concientización de su importancia como factor estimulante de la imaginación, el desarrollo cognitivo y la creatividad tuvieron llegada. Insistentemente divulgadas por la docencia, la psicopedagogía y la sociología se vieron favorecidas por la difusión de obras como la saga de Harry Potter en libros y cine, que esta vez jugaron a favor. Pude apreciar personalmente su efecto en la reciente Feria del Libro Infantil y Juvenil en Buenos Aires. Importantes editoriales que distribuyen sus catálogos en los colegios, congregaban en sus stands un público numeroso. La presencia de talleres interactivos, lectura de cuentos -entre otras actividades- complementaron felizmente el evento. Todo es bueno a la hora de fomentar la lectura.
Viejos y buenos hábitos
En la actualidad, los niños y adolescentes pasan largas horas por día leyendo en la computadora, a través de Facebook y otras redes sociales. Aunque es tema permanente de seminarios y simposios, lo que habría que hacer, quizás, sería incentivar la lectura de textos y buenos libros del género al que pueden acceder por Internet, canalizando esa inquietud y necesidad de llenar espacios de lectura y comunicación. Eso sin dejar de estimular la tradicional lectura de libros. Instituciones como la Academia Argentina de Literatura Infantil y Juvenil, (Aalij), Jitanjafora, Cedilij, Edelij, Alija, ofrecen continuamente su material. En cuanto a libros, existe en todas las librerías un inagotable y variado caudal con bellas ilustraciones clasificados en lecturas para niños entre tres y 15 años, con recomendaciones para cada edad.
De cualquier manera, nada reemplaza las lecturas de cuentos a la noche, antes del sueño, en esa frontera con alas propicia para los duendes y las hadas, en la que los superhéroes y las figuritas se toman un recreo. Como dice una amiga, creo que "deberíamos volver a la hora del cuento". © LA GACETA
Horacio Semeraro - Miembro de la Academia Argentina de Literatura infantil y juvenil.